Existen leyes universales que definen el bien y el mal. Lo que se considera bien es hacer lo correcto, moral y digno de imitar, sin pasar por encima de nadie.
Muchas veces para hacer lo correcto, debemos agachar la cabeza, disculparnos, aceptar que nos equivocamos y corregir los errores.
Al aceptar tus errores y corregir tus actos atraes buen karma para ti, Dharma, ya que la energía en el universo no es lineal es circular, esto significa que todo lo que haces, vuelve a ti multiplicado. Si haces el bien, recibirás bendiciones tarde o temprano y si haces el mal recibirás mal karma tarde o temprano.
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Todos los seres humanos al ser hijos de Dios, tenemos dentro una luz poderosa, limpia y amorosa que es nuestro Maestro Interior, nuestro ser más elevado.
Al escuchar a tu maestro interior, puedes entrar en consciencia y actuar desde el amor, la bondad, la compasión y la misericordia de Dios.
El ego es nuestra versión más baja, la falsa máscara y quien te hace creer que debes competir con otros para ganar, que debes pelear y luchar por lo que es tuyo, y te lleva actuar desde el miedo.
Somos almas encarnadas en un cuerpo físico y al estar en un cuerpo, existe el sufrimiento.
Nuestra única manera de entrar en consciencia es dejar el ego a un lado y conectarnos con nuestro maestro interior y ahí es donde elevamos nuestra vibración y paramos de sufrir, vibrando en amor.
Al vibrar en amor te das cuenta que no existe la separación y que todos estamos unidos en una experiencia humana y es por eso que comienzas a entender que el otro, el que consideras que te está haciendo daño, está haciendo lo mejor que puede, de acuerdo a su nivel de consciencia.
Así que deja de juzgar y obsérvate, si te equivocaste pide perdón, si heriste a alguien discúlpate, si cometiste un error aprende, porque es cayendo cómo aprendemos a levantarnos, porque es perdonando cuando llegas a perdonarte y es amando cuando llegas a ser amado.
